lunes, 26 de septiembre de 2011

Vender la RSE sin complejos: la comunicación al servicio de la mejora social

Cuando se trata de educación financiera o de responsabilidad social, actuar de forma discreta es casi una garantía de fracaso. 

Como comentábamos en la entrada anterior, la RSC no puede plantearse solo como una solución cosmética, a modo de “declaración de buenas intenciones”. Gracias a las facilidades para acceder a grandes cantidades de información, la sociedad está desarrollando un gran instinto para percibir cuando una acción carece de utilidad práctica real, más allá de lo meramente publicitario. Notamos cuando alguien nos está “vendiendo humo”: en realidad, no se trata de auténtica RSC, sino de simple marketing social. A largo plazo (y a veces también a corto) esto puede acabar suponiendo para la organización un alto coste en términos de credibilidad. En lugar de buena reputación la empresa obtiene escepticismo, indiferencia o, en el peor de los casos, desconfianza.

Sin embargo, cuando la entidad tiene planteado un buen proyecto de responsabilidad social, difundirlo de manera adecuada no sólo es conveniente, sino que constituye un factor clave para conseguir resultados. La verdadera RSE no son acciones “en el vacío”, sino que van dirigidas a personas y pretenden generar cambios: llegar hasta esas personas y motivarlas para cambiar es imprescindible para el éxito.

La educación financiera nos proporciona, por desgracia, un buen ejemplo de cómo numerosas iniciativas de calidad resultan desaprovechadas porque el público al que van dirigidas apenas llega a conocer su existencia. Organismos públicos y entidades privadas desarrollan portales de Internet, organizan cursos, financian encuestas e investigaciones… pero, en el momento de la verdad, el alcance y la efectividad de esas acciones suelen quedar muy por debajo de lo esperado. Cabe plantearse si una comunicación inteligente y creativa, adaptada en cada caso a las expectativas y necesidades de los grupos objetivo, no es el elemento que está faltando para salvar la brecha entre los propósitos bienintencionados y el logro de progresos visibles.

En resumen, una buena estrategia de comunicación es imprescindible y positiva desde todos los puntos de vista: por una parte, facilita el cambio social al potenciar la efectividad de las acciones y, por otra, permite a la entidad obtener una merecida reputación como impulsora de tales mejoras. No es ético vender humo, pero si debajo hay un buen asado... ¡es necesario compartirlo! 

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Responsabilidad social y educación financiera: una relación ganar-ganar entre la empresa y su entorno

La responsabilidad social (RSE o RSC, según si queremos ponerle el apellido “empresarial” o “corporativa”) se encuentra en pleno proceso de reconversión. Si bien nació en los departamentos de relaciones públicas, las entidades más punteras ya han asumido que es mucho más que una inversión en publicidad e imagen: es la piedra angular de una relación ganar-ganar de la que únicamente se derivan beneficios para todos los implicados.

Con permiso de Ortega y Gasset, la empresa es ella… y sus circunstancias. No puede entenderse ni mantenerse desligada del entorno en el que actúa, invierte y desarrolla su negocio. La solidez de las circunstancias que la rodean es la base para su propio éxito como empresa. El fundador del World Business Council for Sustainable Development, Stefan Schmidheiny, lo formuló de manera rotunda: "No hay empresas exitosas en sociedades fracasadas". Ahora bien, ¿hacia dónde conviene enfocar las acciones de RSC?  

La propia complejidad del entorno corporativo permite que cada entidad, en función de sus necesidades y preferencias de posicionamiento, pueda elegir en qué aspectos desea centrar sus proyectos de RSC: medio ambiente, educación y progreso social, arte y cultura, etc. Lo que está claro es que esas iniciativas serán más productivas para todos cuanto más conectadas estén con las necesidades, demandas y preocupaciones reales de las personas a las que se dirigen.

En este momento, el impacto de la crisis global en las economías familiares ha puesto de manifiesto, más que nunca, la falta de cultura financiera de la población. La sensación de inseguridad y miedo al futuro está alterando de manera significativa las pautas habituales de ahorro, consumo e inversión de los ciudadanos, lo que puede retrasar la superación de la crisis en algunos mercados y sectores. En este contexto, tanto empresas como instituciones y organismos públicos comparten una misma preocupación por desarrollar iniciativas eficaces de capacitación financiera.

En nuestras próximas entradas comentaremos las novedades, tendencias y enfoques de la RSC orientada a la divulgación y formación financiera. Animamos a nuestros lectores a participar con sus comentarios y a plantear todas aquellas cuestiones que les resulten de interés.