La responsabilidad social (RSE o RSC, según si queremos ponerle el apellido “empresarial” o “corporativa”) se encuentra en pleno proceso de reconversión. Si bien nació en los departamentos de relaciones públicas, las entidades más punteras ya han asumido que es mucho más que una inversión en publicidad e imagen: es la piedra angular de una relación ganar-ganar de la que únicamente se derivan beneficios para todos los implicados.
Con permiso de Ortega y Gasset, la empresa es ella… y sus circunstancias. No puede entenderse ni mantenerse desligada del entorno en el que actúa, invierte y desarrolla su negocio. La solidez de las circunstancias que la rodean es la base para su propio éxito como empresa. El fundador del World Business Council for Sustainable Development, Stefan Schmidheiny, lo formuló de manera rotunda: "No hay empresas exitosas en sociedades fracasadas". Ahora bien, ¿hacia dónde conviene enfocar las acciones de RSC?
La propia complejidad del entorno corporativo permite que cada entidad, en función de sus necesidades y preferencias de posicionamiento, pueda elegir en qué aspectos desea centrar sus proyectos de RSC: medio ambiente, educación y progreso social, arte y cultura, etc. Lo que está claro es que esas iniciativas serán más productivas para todos cuanto más conectadas estén con las necesidades, demandas y preocupaciones reales de las personas a las que se dirigen.
En este momento, el impacto de la crisis global en las economías familiares ha puesto de manifiesto, más que nunca, la falta de cultura financiera de la población. La sensación de inseguridad y miedo al futuro está alterando de manera significativa las pautas habituales de ahorro, consumo e inversión de los ciudadanos, lo que puede retrasar la superación de la crisis en algunos mercados y sectores. En este contexto, tanto empresas como instituciones y organismos públicos comparten una misma preocupación por desarrollar iniciativas eficaces de capacitación financiera.
En nuestras próximas entradas comentaremos las novedades, tendencias y enfoques de la RSC orientada a la divulgación y formación financiera. Animamos a nuestros lectores a participar con sus comentarios y a plantear todas aquellas cuestiones que les resulten de interés.
Mencionas que la RSC se encuentra en un proceso de reconversión:
ResponderEliminar¿Cuales fueron los factores que desencadenaron ese proceso?
¿Qué es lo que se ha hecho mal durante sus primeros años de implementación?
¿Que debemos esperar de esta evolución?
¡Cada una de esas preguntas merece por sí sola un post completo! Intentaremos avanzar algo, sin embargo.
ResponderEliminarYa es un clásico mencionar los casos de Enron, BP, La Polar y unos cuantos más: empresas de grandes dimensiones y recursos que demostraron que sus aparentes compromisos de responsabilidad social no iban mucho más allá del papel. El problema es que no solo fueron ellas las que perdieron prestigio, sino que llevaron a cuestionar el propio concepto de responsabilidad social.
En realidad, el planteamiento que subyace a la RSE sigue siendo absolutamente válido. Es una vía privilegiada para vincular las políticas públicas con los recursos privados, de forma que todo el mundo salga beneficiado. Probablemente convendría dar a los "casos de éxito" una difusión similar a la que tuvieron los casos de mal uso, para que todas las partes vuelvan a ser conscientes de los beneficios potenciales de una verdadera RSE.
¿Cómo sería una RSE "verdadera"? De forma muy sintética, es la que no se limita a dar trabajo a un departamento, sino que constituye una filosofía de funcionamiento visible en todos los niveles de la organización. Por ejemplo, no parecería creíble una empresa, de cualquier sector de actividad, que declarara su compromiso social pero no mantuviera un buen clima laboral: el trabajo de RSE tiene que empezar en casa, con empleados valorados, motivados y convencidos de los valores de la empresa. Al final del día, es una cuestión de liderazgo: es el estilo de dirección el que marca la orientación de una entidad. Si los máximos responsables son conscientes de la necesidad de interactuar de forma ética con el entorno, ese enfoque se notará a todos los niveles y se proyectará desde el interior hasta el exterior.
Por otra parte, hay que recordar que nos movemos en un contexto en el que las nuevas tecnologías están permitiendo una novedosa articulación de la sociedad civil, lo que significa que hay muchos ojos puestos en las acciones empresariales (también es paradigmático el clamoroso fallo de Nestlé en la gestión de las críticas ecologistas en redes sociales). Por eso, una sana interactividad con el entorno es más que aconsejable: el primer paso para responder a las necesidades y demandas sociales es tener claro cuáles son.