Con ligeras variaciones, es la respuesta habitual cuando
intentamos explicar por qué nos dedicamos a esto. Es bastante
frustrante que si alguien se define como “especialista en SEO” cualquier
usuario de Internet lo comprenda de inmediato, mientras que para explicar en
qué consiste la cultura financiera tenemos que lanzarnos a una enumeración de
ejemplos que, por desgracia, tampoco suelen despertar el entusiasmo del
interlocutor. ¡Definitivamente la cultura financiera carece de glamour!
Claro que en los últimos tiempos la palabra
"finanzas" tiene muy mala prensa, y probablemente con razón. Este
desconocimiento es más peligroso de lo que parece, porque lo que estamos
planteando es algo tan imprescindible y cotidiano como saber obtener el máximo
partido de nuestros recursos. ¿Suena mejor así? Cultura financiera es tener la actitud y
los hábitos correctos para manejar tu economía personal de la forma más favorable
posible. Ni más, ni menos.
Para comprobar que no es un objetivo remoto, complejo ni inaccesible,
vamos a repasar los elementos que definen a una persona “financieramente culta”:
Sentido común. Los
principios básicos de las finanzas personales son: gasta menos de lo que ganas,
endéudate de manera inteligente y ten claras tus prioridades. Parece sencillo,
¿no es cierto? Sin embargo, en Estados Unidos y Europa hay muchas familias sobre-endeudadas
y en quiebra, tras años de vivir al día y muy por encima de las propias posibilidades.
Lo cual nos permite recordar que la falta de cultura financiera es
perfectamente compatible con un elevado nivel formativo o profesional en
cualquier otro campo. De hecho, es habitual que personas con buenos ingresos sean
incapaces de llegar a fin de mes o asuman deudas que acaban lastrando cualquier
tipo de proyecto vital. La inercia consumista es, sin duda, un motor poderoso.
Responsabilidad personal.
Los principios y valores que hacen que una persona se preocupe por reciclar su
basura son los mismos que le harán adoptar comportamientos de ahorro y consumo
responsable. La cultura financiera no se refiere solo al dinero, sino al uso
que hacemos de todos los recursos a nuestra disposición, lo que evidentemente
tiene implicaciones económicas positivas tanto para los individuos como para
la sociedad en su conjunto.
En este sentido, resulta novedosa y meritoria la iniciativa de la
empresa Patagonia, especializada en ropa y equipos de montaña: se ha aliado con
eBay para sugerirles a sus clientes que no compren sus productos mientras no
los necesiten de verdad, además de pedirles que traten de arreglar lo que se
rompa en lugar de tirarlo. Sin duda es un cambio de enfoque en nuestros
extendidos hábitos de “usar y tirar”, y sirve como ejemplo de que el consumo
responsable es bueno para el medio ambiente… y para el presupuesto personal.
No delega las decisiones.
Puede que la primera reacción sea “¡Yo no hago eso!”. En realidad, es lo que
hacemos la mayoría. Cada vez que vamos al banco y firmamos un papel sin leerlo
antes, estamos confiando en que otra
persona sabe mejor que nosotros lo que necesitamos. O cuando contratamos un
seguro sin saber el alcance de la cobertura. O cuando guardamos o tiramos sin
leer las cartas del banco. Estas “acciones por omisión” significan que, de
forma inconsciente, estamos dejando que otros manejen nuestras finanzas.
Hace ya muchos años que el gran escritor y economista español José
Luis Sampedro explicaba de manera inmejorable cómo nuestros sistemas educativos
fallan a la hora de preparar a los jóvenes para enfrentarse al mundo real: “Es
un hecho que el bachiller o el alumno de enseñanza media o preuniversitaria
sale de las aulas conociendo, por ejemplo, lo que es la calcopirita, pero sin
haber recibido la menor información sobre lo que es un banco. A pesar de que
indudablemente (sin la menor intención de menospreciar a la calcopirita) es
casi seguro que el flamante bachiller habrá de recurrir a algún banco durante
su vida, siendo, en cambio, poco probable que le afecte algo relacionado con la
calcopirita”.
Espíritu emprendedor.
¿Un empleo seguro para toda la vida o la disposición a arriesgarse para crear
riqueza? La cultura financiera nos permite entender que hay vida más allá de la
nómina. Sin embargo, lo ideal es que esta obviedad se asuma desde la juventud,
sin que sea necesario que se den circunstancias traumáticas (despidos masivos,
tsunamis financieros o similares) para que una persona, de manera desesperada y
sin la motivación correcta, se lance a montar un negocio.
En resumen, la verdadera cultura financiera no son fórmulas
matemáticas, conceptos complejos ni jerga incomprensible, sino actitudes y
comportamientos cotidianos al alcance de todos. Si este artículo ha contribuido
de alguna forma a interesarte por estos temas, por favor difúndelo… Sería
estupendo que, la próxima vez que nos confesemos fans de la cultura
financiera, recibiéramos una nueva respuesta: “¡Ah, sí, me interesa muchísimo!”
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